Abajo: Baresi, Donadoni, Costacurta, Colombo y Tassotti.
Los años de Sacchi
Cuando en 1986 Silvio Berlusconi compró la mayoría del paquete accionario del AC Milan, pocos imaginaban la dimensión futbolística de lo que estaba pasando. El Diablo venía de años desastrosos: dos descensos (uno escandaloso, a causa de las apuestas ilegales) un equipo pobrísimo y cambios constantes en la presidencia.
En el verano de 1987 contrató como técnico a un joven Arrigo Sacchi, a un volante de la Roma, Carlo Ancelotti, y a dos jugadores holandeses, uno del Ajax, Marco Van Basten, y otro del PSV, Ruud Gullit. La apuesta era importante y estaba claro que Berlusconi buscaba devolverle al Milan algo de la gloria perdida. No sólo se estaba formando un buen equipo. Estaba naciendo el que sería uno de los más fuertes de la historia del fútbol.
En el arranque de esa temporada, la Serie A tenía un candidato de fierro. El Napoli de Maradona iba por el bicampeonato. Y si bien esa liga arrancó bien para ellos, y llegaron a tener una ventaja de 5 puntos sobre el Milan (cuando la victoria daba dos puntos), con el correr de la temporada el equipo del Diego fue cayéndose. En la fecha 28 (en un campeonato de 30 fechas) fue el encuentro directo: el Napoli con 42 puntos recibió al Milan que sumaba 41 en el San Paolo. El resultado fue un 3 a 2 para el rossonero que le permitió capturar la punta y finalmente el campeonato.
En la temporada 1988-1989 el equipo de Sacchi se reforzó con un tercer jugador de Holanda; Frank Rijkaard. Hasta su llegada al Milan el holandés
escupidor jugaba de defensor central, pero Arrigo decidió moverlo al mediocampo y fue allí donde alcanzó su máximo rendimiento como volante duro y de marca, pero al mismo tiempo talentosísimo. De gran inteligencia táctica, el gran Frank se transformó rápidamente en el cerebro del equipo.
Esa temporada fue la de la explosión internacional. El equipo se consagró Campeón de Europa ganándole la final por 4 a 0 al Steaua Bucarest de Hagi, Lacatus y Petrescu. Sin embargo, el partido más recordado de esa edición (y de muchas ediciones) de la Copa de Campeones fue la semifinal de vuelta de la serie Milan - Real Madrid, jugada en San Siro, en la que los italianos humillaron al equipo de Hugo Sánchez, Butragueño y Schuster entre otros con un lapidario 5 a 0 con goles de, anotá, Ancelotti, Rijkaard, Gullit, Van Basten y Donadoni.
Van Basten cerró esa temporada con 32 goles y France Football le dio el Balón de Oro. En la votación del prestigioso trofeo segundo quedó Gullit y tercero… ¡Rikjkaard! Hay que recordar que el trío milanista, además de romperla a nivel de clubes venía de darle a Holanda el título de campeón en la Euro 1988 de Alemania.
En la temporada siguiente, la 1989-1990, el Napoli ganó su segundo Scudetto, y ese torneo en realidad merecería un post solo. Durante todo el campeonato el equipo de Sacchi y el de Maradona pelearon palmo a palmo la punta. Llegando a la recta final de la temporada el Milan iba primero y las voces sobre campeonato arreglado para los del norte se escuchaban por todas partes. Es en ese momento cuando el Napoli visitó al Atalanta en Bérgamo partido en el cual desde la tribuna local se arrojó una moneda que golpeó en la cabeza a Alemão. El partido estaba 0 a 0, y el brasileño fue trasladado al hospital. La justicia deportiva le dio el partido ganado al Napoli por 2 a 0 y a tres partidos del final alcanzó al Milan en la punta, que en esa fecha empató en Bolonia. Y en la penúltima fecha se concretó la arremetida final: el Napoli le ganó 4 a 2 al Bologna y el Milan perdió con el casi descendido Verona 2 a 1. El árbitro expulsó en ese partido a Rijkaard, Van Basten, Costacurta y a Sacchi, además de no cobrar un supuesto penal a Van Basten. Así las cosas, con un empate en la última los del Dié eran campeones, cosa que finalmente sucedió.
A fin de comprender lo que pasó en ese campeonato basta leer estas declaraciones que Corrado Ferlaino (presidente del Napoli en esos años) hizo en 2003: "Yo tenía una buena relación con el designador de árbitros. A Alemão lo agredieron, tal vez nosotros exageramos el episodio, pero el partido ya lo teníamos ganado en la justicia. Hicimos un poco de teatro. La idea fue del masajeador. Alemão al principio no entendía nada, lo llevamos de urgencia al hospital y allí yo declaré compungido a los periodistas: ´No me reconoció´, cuando en realidad Alemão estaba lo más bien. El campeonato se decidió el 22 de abril: el Milan jugaba en Verona y Lo Bello fue el árbitro del partido; pasó de todo, expulsiones, jugadores del Milan enfurecidos: perdieron 2 a 1, nosotros ganamos tranquilamente en Bolonia y nos metimos en el bolsillo el Scudetto."
No es mi intención en absoluto defender a Berlusconi y al Milan, que desde 1986 hasta la fecha recibió no pocos favores y se vio envuelto en unas cuantas maniobras poco transparentes. Pero si bien la tradicional supremacía económica, política y deportiva del norte sobre el sur en Italia era -y es- real, tampoco hay que subestimar el poder que por esos años tenían Ferlaino y Luciano Moggi y su capacidad para influir en el ámbito local. El Napoli de esos años era un grande de Italia tanto por la calidad de sus jugadores como por los recursos extrafútbolísticos con los que contaba.
El balance de trofeos obtenidos por el Milan durante bajo las conducciones de Sacchi y Capello es de: 5 Scudettos 3 Copas de Campeones de Europa, 2 Copas Intercontinentales, 3 Supercopas de Europa y 2 Supercopas de Italia.
Pero ese mismo año el Milan, si bien perdió el Scudetto, pudo repetir en el plano internacional. Campeón nuevamente de Europa, esta vez con un paso menos arrollador, se consagró derrotando en la final al Benfica. En diciembre de 1989 el Milan fue además Campeón Intercontinental, ganándole al Atlético Nacional de Medellín en Japón.
En esa temporada Van Basten hizo 24 goles. Y en diciembre del 89 ganó por segunda vez consecutiva el Balón de Oro. En la votación de France Football quedó segundo Baresi, y tercero… ¡Rijkaard! El Milan dominaba el prestigioso trofeo nuevamente (hay que hacer la salvedad de que en esos años participaban de la votación únicamente futbolistas europeos).
La temporada 1990-1991 no fue tan prolífica como las anteriores. Lo más destacable fue la victoria Intercontinental en Japón, donde golearon al Olimpia de Paraguay. El Scudetto ese año lo ganó la Sampdoria de Vialli y Mancini. El Milan terminó segundo, a 5 puntos del campeón.
En la Copa de Europa llegó hasta cuartos de final, donde fue eliminado por el Olympique de Marsella. Fue empate en la ida en San Siro. En la vuelta en Francia hubo un corte de luz en el estadio a pocos minutos del final con el partido 1 a 0 para los franceses. La luz volvió a los pocos minutos pero los italianos se rehusaron a continuar. Finalmente la UEFA declaró la victoria del Olympique por 3 a 0 y la suspensión del Milan de toda competición europea para la temporada siguiente. Así se terminaba el ciclo de Arrigo Sacchi, entrenador ofensivo y meticuloso a la vez. Tipo que manejó bastante bien un vestuario pesado, lleno de figuras haciéndoles obtener cuanto título internacional se les pusiera enfrente.
La era Capello
La temporada 1991-1992 encontró al rossonero con entrenador nuevo. La Federcalcio le ofreció a Sacchi el cargo de director técnico de la selección. Al terminar una temporada regular desde lo deportivo, y con cada vez más problemas internos (la siempre mala relación entre Van Basten y Sacchi se había deteriorado mucho) fueron pocos los que se opusieron a la partida de Arrigo. Silvio Berlusconi le dio el cargo de entrenador del Milan a un joven e inexperimentado Fabio Capello. Rápidamente etiquetado de "títere" de la dirigencia, el equipo de Capello mostró sin embargo, tras años de gloria internacional, una serie de resultados impresionantes a nivel local.
Ese primer año el Milan se paseó por Italia con un juego brillante y de la mano de un Van Basten implacable, autor de 25 goles en 31 partidos, y una defensa muy sólida, la Serie A tuvo un campeón invicto después de 69 años. A fin de 1992 Van Basten recibió el Balón de Oro por tercera vez en su carrera.
El Milan había logrado, con el cambio en la dirección técnica adaptarse sin mayores problemas al cambio estratégico. De ser un equipo ofensivo y vistoso pasó a basar su suceso en la efectividad defensiva (aunque ese Capello era un técnico ofensivo comparado con el que vendría después).
Para la temporada 1992-1993 el Milan se reforzó contratando a Jean-Pierre Papin, ganador del Balón de Oro 1991, estrella del Marsella y jugador de moda. El Diablo arrancó con todo y rápidamente se escapó en la punta manteniendo el nivel arrollador de la temporada anterior. En un campeonato que daba dos puntos por victoria llegó a tener una ventaja de 11 sobre el Inter. Pero hacia el final del torneo empezaron a aflojar, y el 21 de marzo, el Milan perdió por primera vez en casi dos años. Fue un 0 a 1 contra el Parma (gol del Tino Asprilla) y el fin de la racha de imbatibilidad más larga de la historia del fútbol italiano. Fueron 58 partidos seguidos en los que el equipo de los holandeses sumó puntos.
El equipo bajó mucho su nivel hacia el final. Con un campeonato "cocinado" el Milan orientó todas sus fuerzas hacia la Copa de Campeones de Europa. En ese torneo llegó a la final, que finalmente perdió por 1 a 0 contra el Olympique de Marsella de Barthez, Angloma, Desailly, Deschamps y Boksic. Después la UEFA suspendería a los franceses debido al demostrado escándalo de soborno local de los marselleses a jugadores del Valenciennes a cambio de ir a menos en el partido que los enfrentaba unos días antes de la final de la Copa (escándalo por el que, entre otros jugadores, fue suspendido Burruchaga por al menos un año si mal no recuerdo). La suspensión a los franceses le permitiría al Milan jugar y perder la Copa Intercontinental contra el Sao Paulo de Telé Santana.
Esa temporada significó el fin de una era. La del Milan de los holandeses. A mediados de 1993 Ruud Gullit fue transferido a la Sampdoria. Por su parte, Frank Rijkaard volvió al Ajax. Y Van Basten, que había tenido un arranque demoledor en ese campeonato, sufrió hacia finales del ´92 la enésima lesión y operación de tobillo. Y si bien pudo volver a jugar en abril, ya no fue el mismo. El 29 de abril, a los 28 años, Van Basten le hizo al Ancona el último gol de su carrera. Unos días más tardes, en clara inferioridad física jugó su último partido oficial: esa final de la Liga de Campeones contra el Olympique de Marsella. Entre 1993 y 1995 (año oficial de su retiro), haría inútiles esfuerzos por recuperarse.
Repito, por si pasó desapercibido: Marco Van Basten tenía 28 años cuando metió su último gol oficial.
Dejando de lado a los holandeses, en el Milan de esos años jugó un tal Franco Baresi, central, líbero, capitán, líder y emblema del Milan de los ochenta. Tremendo jugador, a la altura de los mejores defensores de la historia del fútbol. Se adueñó de la zaga central del equipo a los 18 años y nunca más la largó. Enorme inteligencia y visión del juego, gran fuerza, potencia física y capacidad de quite, todo eso sin ser ningún rústico; más bien todo lo contrario. Paolo Maldini fue otro fruto de las juveniles del Milan, que empezó como lateral izquierdo y no paró de hacer historia. De joven la rompió con su velocidad, su técnica y su desequilibrio ofensivo. Después se volvió un central inteligente rápido y seguro.
Carlo Ancelotti era un mediocampista completísimo. Físicamente muy duro y potente, y si bien la técnica no era su mayor virtud, tenía un gran tiro de larga distancia. Roberto Donadoni era un mediocampista por derecha de gran vocación ofensiva. Tal vez el único punto flojo (o mejor dicho, no a la altura del resto del equipo) haya sido el de los arqueros. Primero Giovanni Galli (arquero de Italia en México 86) y después Sebastiano Rossi fueron los responsables de un arco que nunca tuvo un dueño absoluto. Igual siempre estuvieron bien protegidos por una defensa impecable.
Bonus track: Ya no estaban más los holandeses, pero varios de estos jugadores y el DT seguían siendo los mismos cuando en 1994 el Milan jugó una vez más la final de la Champions League. A los Baresi, los Maldini, los Tassotti, los Donadoni y los Albertini se sumaron Panucci, Desailly, Boban y Savicevic. Esa final terminó 4 a 0 para los de Capello. ¿El rival? Nada menos que el Barcelona de Cruyff, Koeman, Guardiola, Romario y Stoichkov. Pero esos jugadores, esos partidos y esos trofeos pertenecen a otra época.